Con Diotima Llira, declaro que soy amante de la filosofía occidental y a la vez amante de lo andino, su filosofía y su especial forma de conexión con la naturaleza; a la vez soy Danzante de Tijeras, así como lo fueron mis ancestros. Aunque corro el riesgo que me tilden de neologista y cuestionen mi obra, Diotima Llira es el esfuerzo totalizador de comprender mi andinidad, desde la filosofía occidental; sobre todo, desde las categorías griegas.
«Diotima Llira» alude a dos términos, uno occidental y el otro andino. En mis lecturas de filosofía me encontré con Diotima de Mantinea que fue maestra de Platón y me impresionó su forma deslumbrante de hablar del amor en todas sus dimensiones; Diotima, clasifica el amor físico y el amor espiritual, me sentí identificado con ella, sobre todo cuando hacemos ofrendas a la naturaleza. «Llira», por su parte, es un neologismo mío, pero podría asociarlo a «illa» que es la divinidad del “trueno” en el imaginario andino; también en mis trabajos de campo, escuché que usualmente se le asocia a las zonas sagradas y tienen forma de animales. La conjunción de ambas, gira en torno a la imagen de una musa, una mujer como espacio sagrado. Esta propuesta difiere de lo etnocéntrico, mi propuesta abarca la búsqueda holística y transcultural a partir de mis vivencias andinas y mis lecturas de filosofía occidental, una propuesta ecléctica, quizá kantiana. En el libro se propone el choque entre lo occidental y lo andino, pero también se propone la convivencia entre estas dos formas de ver el mundo. Planteo diversos temas, en forma de conversaciones y diálogos.
Me permití mostrar mi ser panteísta, soy un locus panteísta, quizá un locus panteísta nihilista… Pese a mi busqueda holsitica transcultural, son pocas las veces que me pierdo en lo puramente andino, como en “Chumburro”.