En Diotima Llira, el autor nos confiesa su enamoramiento hacia la sabiduría occidental, las referencias son muchísimas desde Platón, Aristóteles y entre otros filósofos occidentales. Una confesión particular ya que el autor es un antropólogo indígena quechua. Aquí cabe preguntarse: ¿Por qué alguien que estudia y busca la ontología de lo andino, hace una declaración de amor hacia la filosofía occidental? Y es que toda la cultura y el conocimiento científico que se propone en la universidad es, lamentablemente, occidental, la literatura misma es un producto occidental. Pero en Diotima Llira el ser andino, nacido en estas tierras, se enamora del conocimiento occidental, aunque no de toda la cultura occidental porque en el texto hay muchas quejas hacia la cultura occidental:
“¿Por qué la colonización putrefacta trajo el mal de todo?, en varias ocasiones de mis visitas, pensaba en un amplio abanico.”
Sin dejar de lado su ser andino se sigue cuestionando:
“Los causantes de mi propio ser y mis orígenes en los andes, cuestionan a todo ser divino. ¿Cuál es pues mi verdadero credo? ¡Oh, bendita vida mía de la unidad vital! ¿Es el dios Sol, Alá o el dios de Israel?, ¿Quién responde?”
El andino siempre se ha considerado, y en realidad ha sido, siempre una víctima de lo Occidental, la cultura occidental es avasalladora, no le permite ni respirar; dónde llega lo occidental la cultura andina tiene que retroceder, ante todo y ante todos los aspectos. El autor siente que la cultura originaria está muerta o está moribunda. En este fragmento se hace claro:
“De los albores de mi ayer frenesí, Themistoclea de Delfos y amante de mis puericias de joven Hipatia de Alejandría. Oh amiga Aspasia de Mileto; confieso que muero por Diotima Llira.”
Diotima, recuerden, es la que en el Banquete de Platón propone el amor espiritual, el amor al conocimiento para volverse inmortal; por ejemplo, Vallejo no tuvo hijos pero trata a sus obras literarias como a sus hijos, sabemos que se dedicó en cuerpo y alma a su obra literaria y es la obra literaria es lo que lo hace Inmortal; no se reproduce a sí mismo biológicamente sino en un hijo espiritual, en un hijo del conocimiento. En este sentido es muy legítimo el deseo de Luis Carlos Paraguay en convertirse, a partir de su obra, en inmortal, con lo que él conoce y sabe, entre lo andino y occidental.
Por otro lado, algo que llama poderosamente la atención, es que no hay una mínima referencia del más grande escritor andino, o al que se le considera el más grande escritor andino. Para Luis Carlos Paraguay la figura de Arguedas no es un modelo a seguir; a pesar que Arguedas es un antropólogo clásico peruano que sume a su andinidad. En Diotima Llira, Luis Carlos simplemente no lo cita ni menciona. Sin embargo, hay muchas referencias a Mariano Melgar. ¿Por qué Melgar y no Arguedas? Porque es Melgar el primero en amalgamar la cultura andina con lo occidental, las emociones y expresiones de la cultura andina lo manifiesta a través de lo occidental. Estos son parte de los detalles más precisos que encontré en la obra.
La cubierta justamente anuncia lo que se va a encontrar en la obra, un danzante de tijera poniéndose una careta de Nietzsche.